6/1/07

Los pájaros.

Sucede una cosa en nuestra casa:

En nuestro jardín hay un arbol, a este arbol llegan varias parejas de pájaros y por ahí hay uno carpintero. Una de esas parejas son unos pajarillos de pecho amarillo y cara azul. Uno de los pájaros amarillos tiene una obsesión: se empeña en ver más mundo, más verde, más jardín, allá donde solo hay cristal.
Resulta que este pajaro, al que llamaremos Kaze (el otro puede ser Kami), nos completa el sueño por las mañanas con su piar, pero muchas otras veces nos despierta o sorprende volando y tirándose de cabeza contra el cristal de nuestra ventana.
Y es que nuestra ventana por fuera, cuando es de día, es como un espejo y refleja el jardín. He intentado fotografiarlo, pero es imprevisible y va muy rápido. Está en la foto de la derecha, es esa mancha borrosa imposible de distinguir, ahí ya se había golpeado.

Lo hace casi todos los días.

Por un lado es bonito, se empeña en no creer la evidencia. Pero también se empeña en buscar un mundo que ve pero no existe, se empeña en no disfrutar lo que ya tiene y busca algo más.

Esto me hace pensar que también el mál cine, la mala televisión, la mala publicidad, el mal arte en general, hace que creamos que nuestra realidad no es como es. Nos obligan a ver desde determinado cristal en lugar de hacernos más libres, que es lo que supuestamente hace el buen arte.

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